voces ciudadanas

 

 

 

¿Cuándo es un buen momento para aplicar la ética en el plan de estudios?

 

La literatura define la ética como el comportamiento moral esperado en ciertos escenarios de la vida, regulada por códigos y normas, y tal como lo menciona Fernando Savater en su libro “Ética para amador” el ser humano logre diferenciar entre el bien y el mal.

 

La formación profesional, además, implica que cada etapa del aprendizaje de nuestros(as) estudiantes esté ligada a la ética, considerando que en cada situación no solo esperamos que se apliquen conocimientos disciplinares, sino que también, en la repercusión de estos en el entorno y en el caso de las carreras de la salud, en el paciente.

 

Algo ejemplificador resulta la descripción de Ortega y Gasset, quienes se refieren a la ética como una esfera, cuya capa superficial se forma de comportamientos esperados y códigos profesionales, pero que, en el interior de ella, se nutre de reflexiones internas de cada situación y las convierte en la decisión de la persona respecto a cómo reaccionará ante la misma.

 

En odontología, una de las premisas éticas más importantes es considerar al paciente un todo, donde su integridad física, psíquica y la capacidad de desenvolverse en un entorno, impide que podamos remitirnos solamente a las áreas facial y oral, nuestras áreas disciplinares. Esto, en la literatura se ha descrito como un proceso complejo que debe estar presente desde los primeros años, no solo como una asignatura dentro de un plan de estudios, sino que, como un pilar fundamental de la labor docente, donde sin importar el contenido que se enseñe, debe estar enfocado a la búsqueda del bien a partir de reflexiones que puedan nutrir el pensamiento de nuestros(as) estudiantes.

 

Enseñarle al estudiante a reflexionar respecto a escenarios de la odontología, implica la necesidad de promover que se conecten con el medio que los rodea, de comprender la diversidad y complejidad del ser humano y de ponerse en diferentes planos. De ahí la importancia de que nuestros estudiantes además de aplicarlo en sus asignaturas se vinculen con la sociedad que más los necesita a través de agrupaciones estudiantiles, a través de la participación en instancias universitarias y de espacios para compartir experiencias con estudiantes de otras carreras y universidades, la variedad de situaciones y circunstancias que también contribuyen a nutrir esta esfera interna del pensamiento y la reflexión.

 

Finalmente, se debe considerar el ejercicio de la ética algo constante y en ascenso hasta alcanzar que, una vez que nuestros(as) estudiantes egresen, sea una capacidad autónoma que no se limite solo a decisiones terapéuticas o laborales, sino que más allá de eso, se convierta en un ejercicio para las decisiones de la vida, porque al apagar las luces de nuestra consulta, el profesional sigue siendo persona y la ética sigue siendo la misma para ambos.

 

 

Mg. Natalia Soto Faúndez
Magíster en Gestión educacional, IEDE, Universidad Europea de Madrid
Magíster en Odontología, Universidad de La Frontera
Directora de carrera Odontología
Facultad de Odontología